TOMA DE POSESIÓN
Parroquia del Espíritu Santo y Señor mueve corazones
Ciudad de México
7 de noviembre de 2024
Por la tarde del 7 de noviembre, Mons. Federico Altbach Núñez, Vicario episcopal de la VI Zona Pastoral de la Arquidiócesis de México, presidió la Eucaristía en la que instaló al P. Adony Reyes Rosario, C.P., como Párroco de la Parroquia del Espíritu Santo y Señor mueve corazones, en la Ciudad de México, entregando, conforme al rito establecido, los espacios celebrativos y las llaves del sagrario donde se custodia la reserva eucarística. Terminada la celebración, se tuvo una convivencia con los fieles de la Parroquia.
HOMILÍA
Antes de compartir una idea sobre esta celebración, quiero saludar al P. Ángel Antonio Pérez, Superior Provincial, y al P. Adony Reyes Rosario que en esta celebración tomará posesión como Párroco, haciendo efectivo el nombramiento dado por el Señor Cardenal. Saludo también a los demás sacerdotes: Alfonso Iberri, Francisco Valadez, Pablo Rubio, y al diácono José Pablo Lara. Saludo también a las hermanas religiosas aquí presentes y a todos ustedes, hermanos y hermanas que participan en esta celebración.
Esta celebración es una oportunidad para considerar lo que es una Parroquia. En las Sagradas Escrituras se habla de la Iglesia a través de diversas imágenes. Una de ellas, es la del rebaño: somos como un rebaño guiado por un pastor. Otra imagen es la de la vid; la vid tiene varias ramas; Cristo es la vid y nosotros somos los sarmientos. Son imágenes propias de una cultura rural. Hoy en día podríamos usar otro tipo de imágenes; podríamos decir que la Iglesia se parece a una unidad habitacional donde hay muchas familias procedentes de distintos lugares; o que es como un condominio o un predio. En la primera lectura que hemos escuchado, se hace referencia a una imagen que sigue resultando significativa y elocuente. Dice el apóstol Pablo: «Nosotros somos el verdadero pueblo de Israel» (cfr. Flp 3,3). La palabra «pueblo» designa quienes somos nosotros como Iglesia; de hecho, es el término elegido por el Concilio Vaticano II para hablar sobre la identidad de la Iglesia. Todos nosotros formamos un pueblo. Y es importante saber cuál es el origen de nuestra identidad. La respuesta la encontramos en el Evangelio, en donde se dice que somos como un rebaño. Hay noventa y nueve ovejas que están en el rebaño y una más que se ha perdido. Muchas veces pensamos que nosotros somos las ovejas que están en el rebaño mientras que otras personas son las ovejas que se han alejado; incluso hacemos sugerencias diciendo que la oveja perdida es el joven que está en el antro y no viene a Misa, o que es alguien que profesa otra religión, o el esposo que no quiere asistir a las cosas de la Iglesia. Pero este no es el sentido de estas palabras: todos los que estamos aquí somos la oveja perdida. Aunque seamos católicos desde pequeños y nunca nos hayamos separado de este rebaño, somos la oveja perdida. Y esta tarde estamos aquí porque el Señor ha salido a buscarnos. Él vino por nosotros y nos reúne para celebrar la misericordia del Padre que se compadece y nos atrae continuamente a su presencia.
Cuando en la Parroquia celebramos la Eucaristía, estamos celebrando la misericordia del Padre. La experimentamos porque el Señor ha ido por nosotros, sacándonos de nuestras actividades para reunirnos en comunidad. Y esta misericordia es proclamada cuando damos lectura a los textos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Y también tenemos la oportunidad de proclamar esa misericordia ante nuestros hermanos. Ahora que el P. Adony Reyes asume el oficio de párroco, deberá ayudar a su pueblo, animarlo y acompañarlo para que todos seamos proclamadores de esta misericordia, de modo que podamos decir a nuestros vecinos que, así como nosotros, también ellos están invitados a celebrar la misericordia de Dios.
Hemos de recordar que todos debemos vivir esta misericordia en nuestras relaciones interpersonales. Somos un pueblo y, aunque seamos distintos, tenemos que construir con mucho empeño la comunidad, partiendo siempre de la misericordia que hemos experimentado. En este sentido, no podemos vivir criticando a los otros; debemos reconocernos, tolerarnos y acompañarnos para vivir como pueblo la misericordia de Dios.
Para concluir, quisiera decir que la Parroquia tiene la misión de compartir la misericordia con aquellos que sufren. La Parroquia, marcada por la misericordia, debe acercarse a los hombres y mujeres que están necesitados de amor: a los que están solos, a los que se sienten deprimidos, a los que tienen una pena, a los que no tienen lo necesario para comer... Hay tantas maneras de compartir la misericordia de Dios. En su misión como párroco, el P. Adony Reyes estará acompañado por todos los miembros de su comunidad pasionista cuyo carisma consiste en contemplar y vivir la misericordia de Dios expresada en la cruz de Cristo, para anunciar y compartir con todos esta misma experiencia.
¡Muchas felicidades por su nuevo párroco! Y que Dios bendiga al párroco y a todos sus movimientos de pastoral para compartir con todos el amor de Dios. Que así sea.