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MISIÓN DE ADVIENTO

Punta de Obrajuelo, Apaseo el Grande, Guanajuato

17 a 23 de diciembre de 2024

La comunidad del Teologado de la Provincia, tuvo la gracia de acompañar a la comunidad de Punta de Obrajuelo, en el municipio de Apaseo el Grande, Guanajuato, perteneciente a la Parroquia de San Rafael Guízar y Valencia, del 17 al 23 de diciembre, con ocasión de las tradicionales posadas, con la finalidad de preparar juntos la solemnidad de la Natividad del Señor. 

 

La misión estuvo guiada por el lema: “¡Alégrate, nacerá nuestro libertador!”, el cual, nos dio la oportunidad de ir disponiendo el corazón para la llegada del Salvador, a través de la celebración de la fe en la liturgia y en la convivencia fraterna.

El arribo de nuestro grupo misionero conformado por los Padres César Antonio Navarrete Ferrusquia y Carlos Leonardo García Hernández, además de los hermanos Daniel Ávila Fernandez, Juan Arcos Gómez, Miguel Ángel Zamora Ramírez, Carlos Alberto Lantigua Checo e Ismael Ramírez, se efectuó por la tarde del martes 17, pues, aunque se tenía programado llegar hacia el mediodía, algunos inconvenientes con el transporte hicieron que esto se retrasara por unas horas. Al llegar, nos esperaban algunos miembros de la comunidad, los cuales, nos llevaron a la casa donde nos hospedaríamos durante nuestra estancia; en ella, habían colocado flores y un bello cartel de bienvenida que decía: “Dichosos los que creen sin haber visto” (Jn 20,29). Después de instalarnos nos dirigimos al hogar de una familia que nos ofreció los alimentos; después, participamos en la primer misa de posada.

La predicación del primer día estuvo a cargo del hermano Daniel, quien nos ayudó a recordar el origen de Jesús en un contexto histórico y una comunidad concreta que, aunque influyó en la personalidad del Salvador, no determinó su forma de ser y actuar, pues movido por el Espíritu de Dios supo crear un nuevo camino que superara las dificultades de la vida; de esta manera, nos invitó a pensar en nuestros propios contextos, y en específico, del de la comunidad visitada, para así escuchar la invitación de Dios a buscar mejorarlos con creatividad e ilusión. Terminada la celebración litúrgica participamos de la fiesta popular para después disponernos a descansar.

 

El segundo día dio inicio con el rezo del rosario de aurora a las cinco de la mañana, para encomendar la jornada en las manos de María. Después, fuimos recibidos por otra familia de la comunidad con quienes compartimos el desayuno en el jardín de su hogar. El resto de la mañana la ocupamos para preparar algunos aguinaldos (o bolos) para la celebración de la posada con los más pequeños de la comunidad, la cual, se realizó por la tarde en el campo deportivo del lugar; durante el breve encuentro pudimos compartir algunos juegos, dinámicas, un momento de oración y reflexión en torno a la importancia de compartir con los demás lo que tenemos, tal y como se realiza en las fiestas navideñas. El evento culminó con la repartición de los juguetes y aguinaldos que colectamos gracias a la generosidad de diversos bienhechores.

 

Terminada la posada, compartimos la comida con la familia que nos acogió en ese día, momento en el cual, el padre de familia nos compartió de forma muy amena la historia de la comunidad desde sus orígenes, su crecimiento, algunas costumbres y los esfuerzos que realizan por mantener sus raíces e identidad. 

 

Al caer la tarde nos reunimos nuevamente para la celebración de la Eucaristía en el ambiente de la posada; en esta ocasión correspondió al hermano Miguel Ángel dirigir la reflexión, en la cual, nos invitó a hacer memoria de los motivos de la Encarnación del Hijo de Dios que se manifiestan en las acciones para las que fue ungido por el Espíritu Santo en su Bautismo: alegrar, salvar y liberar; de ahí que nos invitara a rescatar la unción de nuestro Bautismo, para realizar estas mismas acciones en la comunidad. En esta ocasión, la jornada culminó con una breve reunión del equipo misionero para evaluar el avance de la misión y ajustar cuestiones de logística para los próximos días.

 

La tercera jornada inició con el rezo del rosario de aurora y el desayuno en casa de una familia que nos recibió con gran afecto. El resto de la mañana, el grupo misionero se dividió en tres partes: el P. César y Daniel se dirigieron a la capilla para disponer con los responsables de la misma lo necesario para la unción de los enfermos; el P. Carlos Leonardo, acompañado de la ministra, se dirigió a visitar a los enfermos y ancianos que no pueden salir de sus hogares para llevarles la Unción y el viático; los hermanos Juan, Miguel Ángel, Carlos Alberto e Ismael recorrieron las calles de la comunidad invitando a todos a participar en las actividades realizadas. Al medio día, se celebró la Eucaristía en la que se administró el Sacramento de la Unción a los enfermos y ancianos de la comunidad que asistieron auxiliados por sus familiares; un momento que nos permitió confortar con la gracia de Dios a los miembros que más sufren en nuestra Iglesia. Terminada la Eucaristía, el equipo misionero se reunió de nuevo para compartir los alimentos.

 

Por la tarde, la reflexión de la posada, fue dirigida por el hermanos Carlos Alberto, quien recordó que la misión de Cristo hacia los más vulnerables es la misión de los bautizados, por lo que es necesario denunciar aquello que denigra a las personas, las someten y las perjudican, estableciendo así un nuevo orden en la vida personal y comunitaria.

 

La cuarta jornada comenzó con el rosario de aurora y el correspondiente desayuno. Este día estuvo dedicado a que los hermanos visitáramos a las familias en los hogares para tener un momento de diálogo y oración implorando la bendición de Dios sobre sus miembros; fue una oportunidad para compartir y conocer las inquietudes y necesidades de la comunidad, constatando el deseo de un acompañamiento espiritual y pastoral más prolongado. Ya por la tarde, nos reunimos para la celebración de la posada; esta vez, el hermano Ismael fue el encargado de dirigir la reflexión invitándonos a reconocer que los más pobres y vulnerables son protegidos por la ley de Dios, por lo que es necesario observar cómo nuestras conductas deforman el sentido de dicha ley, mientras vamos estableciendo leyes y costumbres que anteponemos al auténtico propósito de Dios de darnos libertad.

 

La quinta jornada fue semejante a la anterior pues durante la mañana visitamos los hogares de las familias. La reflexión de la posada, a cargo del hermano Juan, nos llevó a contemplar la valentía de Jesús al romper con los paradigmas culturales de su época, con los riesgos que esto implicaba, para acercarse a los marginados de la sociedad, invitándonos a romper nuestros prejuicios y diferencias para estrechar lazos de cercanía.

 

El sexto día de misión se desarrolló con el tinte de la dinámica dominical: durante la mañana participamos en la Eucaristía, con toda la comunidad y pueblos vecinos; muchos de los presentes tuvieron la oportunidad de acercarse al sacramento de la Reconciliación. En la posada, el hermano Daniel nos invitó a meditar en torno al «Dios de la visita» que, al visitarnos, nos invita a visitar a los demás, siempre en actitud de servicio: nos ponemos en camino movidos por el amor para remediar las necesidades de los que sufren y no para ser atendidos.

La última jornada comenzó, como de costumbre, dedicando la mañana a visitar a las familias, llevar los Sacramentos a quienes no han tenido oportunidad de recibirlos, realizar los debidos agradecimientos por las atenciones prestadas y hacer las maletas. Para concluir las posadas, el hermano Daniel nos invitó a considerar la opción de Dios por todos nosotros al encomendarnos una misión específica en la vida social y eclesial, pero teniendo presente que todos tenemos una misión común tomada de nuestra comunión con Cristo, labor suya y de la cual todos participamos, que consiste sobre todo en amar; siendo esta la forma en que todos podemos ser misioneros, pues en la medida en que nos amemos podremos hacer creíble el amor de Dios para quienes se encuentran alejados, haciendo así que se acerquen de nuevo.

 

Al terminar la Eucaristía, el P. Carlos Leonardo agradeció a todos por la apertura y participación en las actividades realizadas, así como la acogida y las atenciones dadas a los hermanos durante los días de misión, rescatando la necesidad de continuar con la labor comenzada en estos días, abriéndonos así a la posibilidad de un nuevo encuentro. Después de cenar y recoger nuestras maletas, algunos miembros de la comunidad nos condujeron a la casa del Beato Domingo Barberi, en El Pueblito, para descansar y compartir con los hermanos, la cena de Navidad.

Al concluir estas líneas es justo hacer un reconocimiento de gratitud a la comunidad de Punta de Obrajuelo por todo lo compartido durante estos días pues, más allá de haberles llevado algo por medio de la misión, han sido ellos quienes nos han enriquecido con su testimonio de fe y amor, alentando así nuestra vocación misionera. Nuestra gratitud para la familia que dispuso su hogar para hospedarnos, a quienes estuvieron todos los días pendientes de nuestras necesidades, a quienes nos abrieron las puertas de su hogar para compartirnos sus alimentos y hacernos sentir, en palabras suyas, “miembros de esta comunidad, gente de este lugar”; gracias también a quienes nos guiaron durante las visitas y nos llevaron a los espacios más necesitados, a quienes se hicieron misioneros con nosotros, cuya compañía nos hace crecer en la esperanza de que siempre habrá hermanos con entusiasmo para compartir la fe; gratitud especial merecen aquellos que, con generosidad, aportaron de forma material con dulces y juguetes para llevar una sonrisa a tantos hermanos, y a quienes con su oración nos acompañaron en esta labor. Y sobre todo, nuestra mayor gratitud al Dios con nosotros, que siempre nos regala estas bellas experiencias de su mano. 

 

Sirva este breve relato para enviar a la comunidad provincial un afectuoso saludo y buenos deseos por las fiestas de Navidad y el inicio de un nuevo año, así como una invitación a alentar en nosotros el deseo de la misión entre aquellos que más necesitan de Dios, y de los cuales, nosotros, por nuestra consagración a la Pasión del Señor, somos responsables.

Coh. Daniel de la Divina Misericordia, C.P. 

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