
Inicio del Postulantado
El lunes 13 de septiembre, los jóvenes: Gerardo Martínez Paredes, Ángel David Benitez Garduño, Luis Fernando Morales Vargas, Rolando Pichardo Disla, Domingo de la Cruz Canela, Jesús Ignacio Alvear Román y Daniel Antonio García Evangelista, iniciaron el año de Postulantado, en una solemne celebración, presidida por el P. Eloy Medina Torres, C.P., Consultor Provincial, en el Templo del Perpetuo Socorro, en Guadalajara, Jalisco
HOMILÍA
“Renovar nuestra misión: Gratitud, profecía, esperanza”.
Este es el lema con el que nuestra familia religiosa está celebrando los trescientos años de su fundación. Como podemos ver, las palabras que lo conforman atraviesan la historia, desde el inicio de la experiencia carismática de San Pablo de la Cruz hasta la consumación de los tiempos. Y ustedes, hermanos, al iniciar su formación a la vida Pasionista son también parte de esta historia. Por eso, me permitiré hablarles desde la mística de este año celebrativo.
Como he dicho antes, los Pasionistas, a trescientos de fundación, nos sentimos interpelados a “Renovar nuestra misión”. Y deseamos hacerlo desarrollando en nuestra vida tres acciones fundamentales: Gratitud, Profecía y Esperanza.
La mística del año Jubilar nos impulsa a vivir con Gratitud cada momento de nuestra vida. Para ello, es necesario hacer un recuento de nuestra vida retomando, tanto los momentos llenos de dicha como aquellos marcados por la desesperación y el sin sentido. Para nosotros, hombres de fe, se trata de retomar cada momento, no para gloriarnos en la dicha de un buen recuerdo ni para martirizarnos en el dolor de nuestras penas, sino para descubrir como, incluso, en los momentos de dolor, Dios se ha hecho presente dándonos su consuelo, tomándonos de la mano e impulsándonos a mirar hacia adelante. Si vivimos en actitud continua de agradecimiento, seremos capaces de estar en paz y reconciliados con nuestra misma vida. Y en este sentido, me permito señalar, la necesidad que nuestra sociedad tiene de estar en paz. Son muchos los hombres y mujeres de nuestro tiempo que viven en continuo conflicto consigo mismos y con los demás, con todo y con todos. Por ello, es necesario desarrollar la mística de la Gratitud, en nosotros mismos y en los ambientes donde nos encontramos. En este sentido, nos pueden ser de utilidad las palabras del salmista que hemos proclamado en esta celebración: “¡Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho!”.
La segunda actitud que hemos de desarrollar es la Profecía. Estamos llamados a ser profetas, como Jesús de Nazaret. Para ello, es indispensable que estemos dispuestos a ser sus discípulos, es decir, que seamos capaces de escuchar. ¡Cuánta falta nos hace aprender a escuchar! Vivimos en una sociedad tan llena de ruidos que, difícilmente, nos damos la oportunidad de escuchar. Y lamentablemente, aunque nos quedemos en un aparente silencio, las redes sociales o nuestros ruidos mentales, nos impiden escuchar. Vivimos bombardeados de ruidos, internos y externos, que nos impiden escuchar a la voz de Dios que nos invita a ser sus profetas. Jeremías, como escuchamos en la primera lectura, supo hacer silencio y escuchó la voz de Dios que lo llamaba a su servicio. Los discípulos, de acuerdo con la narración del Evangelio, se atrevieron a hacer silencio para escuchar la invitación del Bautista que presentaba a Jesús como el Cordero de Dios. También Pedro escuchó la voz de su hermano Andrés que presentaba a Jesús como el Mesías; Felipe escuchó a Jesús que lo llamaba a su seguimiento y Natanael atendió la invitación de Felipe que lo conducía hacia Jesús. Necesitamos, hermanos, hacer silencio en nuestras vidas para escuchar a Jesús que también a nosotros nos está llamando. Su llamado no es una cuestión del pasado; no nos llamó una vez para callarse después; nos sigue llamando, día a día, momento a momento, continúa invitándonos a seguirle y a configurarnos con él para ser sus profetas. Esto significa, hermanos, que debemos aprender a vivir como Jesús. Bien lo dice el apóstol san Pablo en la carta a los Filipenses: necesitamos aprender a vivir con los mismos sentimientos de Cristo. Esto nos impulsará a vivir apasionadamente nuestra misión por el Reino de Dios, anunciando la salvación a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, y denunciando aquellas estructuras o situaciones que, de una u otra forma, atentan con la vida humana. Como Jesús, seamos profetas de su Reino.
La tercera actitud que hemos de desarrollar en este año santo es la esperanza. Y ello supone abrirnos confiadamente al futuro. Es cierto que la vida nos va presentando numerosas crisis y desafíos que en ocasiones nos hacen perder el ánimo en nuestra misión e incluso en nuestra vida. En estos momentos de desánimo, es oportuno que volvamos nuestra mirada a la Cruz de Cristo, no para contemplar al hombre clavado por la injusticia y la maldad del mundo sino para mirar, como incluso en el sufrimiento, se abre el camino hacia la vida. Una mirada contemplativa, profunda, del misterio del Calvario, hará posible que se renueve nuestra esperanza.
Lamentablemente, en muchas ocasiones la crisis y el desánimo se manifiesta en el ejercicio de nuestra misión y apostolado. Y entonces dejamos de llevar adelante nuestra misión por sentirnos cansados o simplemente por el peso de la crítica o los obstáculos que encontramos. En estos momentos, miremos la cruz. Y recordemos que Jesús, el mismo que ha sido clavado camina con nosotros y nos acompaña. Tal como sucedió con Jeremías, a quien el mismo Dios le recordó que no estaría solo: pues él caminaría siempre con él, acompañándolo, cuidándolo y librándolo de todo mal. El profeta que vivía temeroso por la situación social de su tiempo, confiado en estas palabras se levantó y emprendió la misión que se le confiaba.
Hermanos, ¡Qué dicha de ustedes al comenzar su Postulantado aún en el marco del año Jubilar! Atrévanse a ser instrumentos de renovación de la misión Pasionista, con su fidelidad, su dedicación y su compromiso por el Reino. Ayúdennos a quienes tenemos un camino recorrido a renovar nuestra misión. Que su dedicación por la causa del Reino sea para nosotros una llamada de atención que nos impulse a renovar nuestra vida para comprometernos en la construcción del Reino. Y vivan siempre con estas tres actitudes: Agradecidos por todo lo que Dios les concede, siendo Profetas del Reino al estilo de Jesús que pasó su vida haciendo el bien y liberando a los oprimidos de todo mal y con la Esperanza que brota de la cercanía con Cristo Jesús. ¡Que san Pablo de la Cruz, nuestro Padre, les acompañe en este camino que están comenzando!
P. Eloy Medina Torres, C.P.