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FIESTA DE LA PROVINCIA DE CRISTO REY

Comunidad del Beato Domingo Barberi

El Pueblito, Querétaro

25 de noviembre de 2024

El 25 de noviembre, los religiosos Pasionistas, procedentes de las diversas comunidades de la Provincia, nos reunimos en la Comunidad del Beato Domingo Barberi, en El Pueblito, Querétaro, para celebrar la fiesta de Jesucristo Rey del universo, titular de la Provincia, y dar gracias a Dios por el sacerdocio de nuestros hermanos Guillermo Castillo Delgadillo y Octavio Mondragón Alanís, a cincuenta años de ordenación.

Después de que el Superior Provincial diera la bienvenida a los veintiocho religiosos reunidos, se inició la celebración eucarística, presidida por el P. Guillermo Castillo quien recordó su experiencia como misionero en África; la homilía estuvo a cargo del P. Octavio Mondragón, quien invitó a los religiosos a hacer efectivo el reinado de Cristo, en medio de las contradicciones de la historia. Terminada la celebración, se tuvo conversatorio en el que los padres Ángel Antonio Pérez Rosa, Francisco Valadez Ramírez y Sebastián Cruz Gómez hablaron sobre la experiencia y decisiones del Capítulo General 48. Terminado este momento, se compartieron los alimentos en un sano ambiente de fiesta y fraternidad. 

Compartimos la homilía pronunciada en esta celebración.

HOMILÍA

Hemos escuchado la voz de Dios en las lecturas de esta fiesta, en el contexto del título de la Provincia. El título no es simplemente una alusión, sino un reto: Provincia de Cristo Rey. ¿Se acuerdan del significado del nombre? En la Biblia, el nombre no es una caracterización social para distinguir entre las personas, el nombre es la misión que uno desempeña.

Primera lectura. ¡Tremenda! Estamos en tiempos de Antioco IV Epífanes, en tiempo del helenismo, una super cultura con gran capacidad a nivel lingüístico, cultural, económico y militar. Y entonces viene un momento fundamental donde el pueblo de Israel tiene que enfrentar la disyuntiva de aceptar o no la cultura helenista. Esto ocasionó una división entre el pueblo pues muchos no estaban dispuestos a someterse a los deseos del imperio dominante. Los que se resistieron se encontraron con un problema teológico fenomenal: levantarse en armas sí o no; aun sabiendo que en la Ley está escrito: «No matarás». Y detrás de esto está la rebelión de los Macabeos. Tenemos un elemento fundamental: Matatías, el viejo, echó a andar a sus hijos: «¡Corran! Y nos levantamos porque si la Ley es importante, es más importante el pueblo para que haya vigencia de la Ley y sea posible la construcción de una vida con nuevos parámetros y otra realidad». Y entonces, al problema teológico de un levantamiento, Daniel le da una respuesta importante en la primera visión: «Vi como del mar, del caos, surgen las bestias del poder»: los asirios, los neobabilonios y los helenistas. Y dice: «Salieron del mar». Y Dios les quitó su bravura convirtiéndolos en simples momentos de una crisis. Y entonces viene la segunda visión dicha de manera muy simple: tenemos la oposición, lo que nace del caos y lo que nace del cielo; y no viene un rey sino un Hijo de hombre tan poderoso que Jesús de Nazaret va tomar para sí, no el nombre de rey, sino que se presentará como el Hijo del hombre. Este texto es una crítica tremenda a los poderes establecidos y una invitación a desarrollar la capacidad de crear una alternativa mediante la rebelión de los Macabeos, que se levantaron sólo y únicamente por una razón: no para convertirse en dueños de la tierra sino para defender la identidad y la historia de un pueblo. ¡Magnífico! Literatura apocalíptica que no es para el final del mundo sino un manual de resistencia en medio de las contradicciones de la historia. La apocalíptica no es para complicar el pensamiento sino para afinar el rumbo. 

 

Segunda lectura. En la lectura del Apocalipsis se hace una teología de la historia; no son los sueños baratos acerca la destrucción del mundo; es un lenguaje cifrado que uno debe aprender a descifrar parte por parte porque es teología de gran peso. Y en su contexto está Domiciano que, alrededor del año 96 se declaro «Dominus et Deus», tal como aparece en las monedas de su tiempo: «Domicianus, Dominus et Deus». Y obviamente, a partir de esa lógica del poder y de una escatología barata, los grandes emperadores del imperio romano señalaron que el mejor de los mundos es Roma, la única opción. Por eso, varios de los Césares pretendieron anteponer a su nombre la palabra «Divus». Recuerdo que cuando salía de la Casa General pasaba frente al Arco de Constantino, donde dice: «Divo Augusto Constantinus», el divino Augusto Constantino; lo mismo en el arco de Tito: «Divus Titus». Les voy a contar una anécdota: los que han estado en Roma seguramente fueron al arco de Tito y se acuerdan que hay un escrito con un clavo: entra uno al Arco de Tito y en el lado derecho está lo que se llama «el Triunfo de los Césares» y van llevando la Menoráh hebrea como para decir: «Nosotros vencimos a este pueblo». Y un judío fue y escribió algo muy bello: «Y sin embargo Israel vive para siempre». La narrativa del libro del Apocalipsis va exactamente en el mismo sentido pero ahora ya no es Israel, ahora es un proyecto universal que rompe las barreras fundamentales que había propiciado el imperio romano como escatología: ciudadanos romanos, el ápice social; esclavos, la vergüenza social. Y el esquema es que Roma pretendía ser el mejor de los mundos. El visionario del Apocalipsis es un teólogo y un profeta de primera clase; es es la medida de lo que nosotros pretendemos, trabajamos y estamos dispuestos a defender. El Apocalipsis es un manual de resistencia. Aquellos atrevidos de la historia estuvieron en la cárcel y muchos fueron asesinados y, sin embargo, son teología viva porque decidieron ser alternativos en medio de una sociedad y proclamaron audazmente su propia libertad. Nuestra libertad es mucho más grande que los esquemas sociales que organizan el mundo. Y tiene una frase que es crítica: de Dios se dice que es «el Alfa y la Omega», la primera y la última letra del alfabeto griego, es decir, si hay que pronunciar la vida hay que hacerlo con un código lingüístico totalmente nuevo. ¡Magníficos teólogos! El apocalíptico no es el que espera el final sino el que se planta delante de la situación y decide, al costo de las consecuencias, marcar el rumbo que no es exactamente el de la sociedad. 

Todos conocemos la poesía lírica del Antiguo Testamento y la recitamos de memoria: «Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti, mi carne tiene ansia de ti como tierra reseca, agostada, sin agua». ¡Tremendo el poeta! Cuando uno se levanta en contra de una sociedad no lo hace por poder, lo hace por contemplación y encantamiento: «¡Aleluya! Alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista». ¿Dónde está nuestra música? Y continúa el salmista con la antítesis: «No confíen en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar, se mueren y ese día se acaban sus planes». 

Y vamos a ver entonces de qué manera Diso es rey. Porque una cosa es decir que es rey y otra cosa es la manera: «Dichoso aquel a quien ayuda el Dios de Jacob, el que hace justicia, que da pan a los hambrientos, que libera a los oprimidos, que sustenta al huérfano y a la viuda». Y si ustedes lo van viendo son diez verbos; Dios no es concepto, no se escribe con sustantivos sino con verbos, diez verbos. Y contrasta a los maleantes de esta sociedad. ¿Con cual Dios vivimos? ¿Con un Dios sustantivo? Si es sustantivo entonces nuestra Teología es conceptual. Y la mayor parte de las personas usan a Dios como un sustantivo; en el salmo son diez verbos y, por lo tanto, como dijo el gran maestro, Porfirio Miranda, el problema no es buscar a Dios, el problema es encontrarlo; no donde nosotros queremos que esté sino donde él decidió estar. Por lo tanto: «¡Reina Yahvé!» no es un grito, es un reclamo. 

Y hablemos ahora del Evangelio. El poderío romano, Poncio Pilato, con los que se hicieron cómplices. Dice Pilato: «Yo no te detuve. Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí». Jesús tuvo que enfrentar al poder romano, a los sacerdotes que eran los cultivadores de lo sagrado, y al pueblo manipulado por los sacerdotes. Pilato, de manera sarcástica, vio a Jesús y le dijo: «¿Tú eres rey? No me hagas reír; rey el que está sentado en Roma». Tenemos entonces el juego de los contrastes inmensos. Jesús no era alguien que engañaba, tenía una precisión concreta respecto a su persona, por lo que dice a Pilato: «Si mi lógica fuera la tuya, mandaría llamar unas siete legiones de ángeles y los harían polvo». Pero esta no es la lógica seguida por Jesús. Él ha dicho: «Yo soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad». Esto nos recuerda el prólogo del cuarto Evangelio: «La ley nos vino por Moisés, la verdad vino por el Mesías». Y desde ahí habría que recordar que la verdad nos hará libres, por lo que Jesús es absolutamente libre. 

Tres lecturas que nos deberían poner de frente a la situación que estamos viviendo a nivel nacional e internacional. Ahora nosotros estamos aquí sentados tranquilamente porque hubo unos mexicanos que decidieron levantarse contra Plutarco Elías Calles y ser libres para siempre. Por eso tenemos mártires. La Provincia de Cristo Rey tendría que ser la continuidad de una audacia del pensamiento, de la libertad, de la organización del pueblo para ponerlo en movimiento y así reivindicar nuestra libertad delante de los abusos. ¿Somos en la Provincia los herederos de los mártires? Me encanta Joselito, es una maravilla que me hace palidecer; quince años y su estatura es tremenda. Un problema nuestro es no tener memoria; nosotros tenemos que recuperar la memoria vigente que no puede desaparecer nunca. ¿De quién somos sucesores como Provincia Pasionista mexicana y dominicana? ¿Cuál es la memoria que recuperamos? No estamos celebrando años; la vida no depende del número de años, lo constitutivo de la vida es la relación, el crecer y el proyectar; los años son recuerdos, la memoria es de otro nivel pues se nutre de lo eterno, no de la cuenta de los días. Anámnesis implica recuperar la memoria, recuperar lo que se nos está olvidando. De tal manera que, cuando alguien nos vea, pueda decir: «Estos son los que no han sido doblados por nadie y van de frente, libres de manera total».

P. Octavio Mondragón Alanís, C.P.

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