FIESTA DE LA PROVINCIA
Comunidad del Beato Isidoro de Loor
27 de noviembre de 2023
El lunes 27 de noviembre, los Misioneros Pasionistas de la Provincia de Cristo Rey nos reunimos en la Comunidad del Beato Isidoro de Loor en Tequisquiapan, Querétaro, para celebrar la fiesta titular de esta entidad. Iniciamos con la Eucaristía, presidida por el P. Eloy Medina Torres, Consultor Provincial, y predicada por el P. César Antonio Navarrete Ferrusquia.
Al término de la Eucaristía, el P. Miguel Ángel Villanueva Pérez, en nombre de la Comisión Preparatoria del VIII Capítulo Provincial, nos invitó a disponer el Espíritu para este acontecimiento, recitando, desde ahora en cada comunidad, la oración por el Capítulo.
Posteriormente, nos reunimos en el jardín de la casa para las competencias lúdicas, coordinadas por los profesos temporales de la Comunidad de San José. Como recompensa, se nos dio una cantidad de “pasiopesos”, para adquirir diversos presentes en una subasta.
Compartimos a continuación la homilía del P. César Antonio Navarrete:
HOMILÍA
En este día tan importante, somos invitados a mirar a Jesús que siempre buscó compartir con los más necesitados. Cuando Jesús se reunía con sus discípulos iba buscando la manera de formar las conciencias y los corazones de aquellos que iban a continuar con la misión de construir el Reino de Dios; un Reino que resulta un tanto contradictorio pues está fundamentado en el servicio.
Es por eso que hoy, como Provincia, a la luz del Evangelio que hemos escuchado, debemos reconocer a Cristo Rey como el creador de la solidaridad y del servicio que supera las formas cultuales para hacerse cercano a los más necesitados.
El mundo en el tiempo de Jesús era extremadamente estructural, por lo que había discriminaciones sociales, especialmente, entre aquellos que se a sí mismos se consideraban puros y los llamados impuros; entre los que son prójimo y los que no; entre los judíos y los paganos; entre los hombres y la mujeres; entre los teólogos observantes de la ley y el pueblo sencillo que muchas veces se sentía oprimido por la interpretación legalista de los doctores de la ley. Y es ahí cuando Jesús comienza a denunciar: ¿cómo puede ser posible que los fariseos se sintieran orgullosos al distanciarse de los más débiles y de aquellos considerados pecadores? ¿Cómo puede ser que vivan así cuando deberían estar dispuestos a llevar la Palabra de Dios a todos sus hermanos?
Por eso Jesús se hace cercano con los oprimidos y con quienes son criticados por los cánones religiosos de aquella sociedad. ¿Y quiénes son estos oprimidos, a quienes Jesús llamó a levantar la mirada para vivir con la dignidad de hijos de Dios? Encontramos muchos casos en la Escritura: la prostituta, el publicano, el leproso. Y ante esta opción, la gente comenzó a murmurar: ¿Cómo es posible que Jesús se siente a comer con los publicanos y pecadores? ¿Cómo puede ser que este hombre hable con el centurión romano o con el ciego de nacimiento, sobre quien se pensaba caído el pecado de sus padres?
La actitud de Jesús busca acoger a todos para hacerles experimentar que no se encuentran lejos de la salvación pues Dios ama a todos, incluidos los malvados o aquellos que se han olvidado de Él. Este es el reinado de Jesucristo e invita a sus seguidores a buscar lo que parece perdido.
Ante el actuar de Jesús comienza la crítica, pero él no teme las consecuencias de su acción pues está convencido que ha venido para servir, no para ejercer el poder sino para ponerse al servicio de todos. Por eso fue condenado y difamado, acusado de subversivo, hereje, loco o hasta endemoniado. Pero con todo, fue siempre anunciando el amor y la necesidad de servir a quienes se ama.
A aquellos que siguen sus pasos y se comprometen en la construcción del Reino de Dios, les hace una promesa definitiva: “Vengan benditos de mi Padre”, porque han actuado con misericordia, movidos por el amor y la compasión ante los hambrientos, los sedientos y aquellos que, perdiendo el sentido de la vida, andan desnudos y encarcelados, no sólo en una prisión física, sino presos en sus pensamientos, en su propia libertad o en sus cadenas personales.
Jesús quiere que sus discípulos sean una bendición convertida en alimento, en agua, en hospedaje, en vestido, en medicina y en libertad. Jesús, como buen Pastor, cuidó a sus ovejas y les ofreció una vida en abundancia. A nosotros, como Provincia, nos pide que vayamos construyendo espacios de libertad que humanicen esta realidad que esta viviendo; que seamos capaces de construir espacios de santidad donde se viva la fe en medio del cansancio cotidiano. La fe nos llevará a transformar el espacio interior de nuestra vida y el espacio exterior donde parece que la oscuridad va dominando cada día más.
Construir el reinado de Dios nos debe llevar a contemplar la Pasión del mundo y a aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos mediante las obras de misericordia; a tocar la carne de Cristo que sufre en el mundo.
Cada día el Señor nos da la oportunidad de sembrar una semilla que haga germinar su Reino en la historia. Quizá podremos cosechar nuestro empeño y ver su fruto; y si no fuera posible, por lo menos tendremos la satisfacción de haber contribuido con nuestro trabajo a la construcción de su Reino. Y seremos reconocidos por nuestro esfuerzo pues él mismo inscribirá nuestro nombre en los muros de su Reino.
Estamos llamados a proclamar con nuestros labios que Jesús es el Rey del universo. Pero no debemos contentarnos únicamente con una proclamación verbal, es necesario que declaremos el reinado de Jesucristo con nuestras obras concretas.
Pidamos al Señor que, a través de la luz del Evangelio, podamos ir edificando, desde nuestra vida y misión, el reinado de Cristo. Que así sea.