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AUDIENCIA CON EL PAPA FRANCISCO

Roma, Italia

25 de Octubre de 2024

El viernes 25 de octubre, un centenar de religiosos pasionistas, reunidos con ocasión del XLVIII Capítulo General de la Congregación de la Pasión de Jesucristo, fueron recibidos por el Papa Francisco en la sala Clementina del Vaticano. 

 

Sabiendo​ que el Capítulo General se ha desarrollado simultáneamente con el Sínodo de los Obispos y a sólo unas semanas del inicio del Jubileo del año 2025, el Santo Padre Francisco aprovechó la oportunidad para invitar a los Pasionistas a vivir en la esperanza, "virtud que tiene relación especial con el carisma Pasionista, pues su razón teológica es la muerte y resurrección de Cristo".

Ante la inminencia del Año Santo, el Papa pidió a los Pasionistas "renovar las energías misioneras... para alcanzar al mayor número de personas posible, pues todos, Sin excepción, tienen una extrema necesidad de la luz del Evangelio". Les invitó a crear nuevos caminos que favorezcan el encuentro entre las personas y con el Señor: "Es necesario salir a las calles, plazas y rincones del mundo para no anquilosarse y enmohecerse, como prueba de su fe alegre y fecunda. Esta salida sólo será efectiva si brota de la plenitud del amor a Dios y a la humanidad, vivida en la vida contemplativa, en las relaciones fraternas de la comunidad y en el apoyo mutuo. ¡No dejen la vida contemplativa! Y esto para caminar juntos experimentando la presencia del Señor en medio de ustedes".

TEXTO COMPLETO

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES AL XLVIII CAPÍTULO GENERAL DE LA CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESÚS CRISTO (PASIONISTAS)

 

Sala Clementina. Viernes, 25 de octubre de 2024

 

Queridos hermanos, ¡bienvenidos, buenos días!

Saludo al Superior General y a todos ustedes, Pasionistas.

Me alegra encontrarme con ustedes en este momento en el que están a punto de concluir su Capítulo General, en el que se han interrogado sobre cómo responder adecuadamente a nuestro tiempo tumultuoso –todos los tiempos han sido tumultuosos– y cómo responder a la iniciativa de Dios, que siempre llama a cooperar a su plan de salvación.

Lo han hecho reflexionando de manera particular sobre las palabras que Dios dirigió al profeta Isaías: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?» (Is 6,8) y meditando la invitación de Jesús ante las expectativas del Reino: «Rueguen al Señor de la cosecha que envíe obreros a su cosecha» (Lc 10,3).

A la pregunta del profeta Isaías, para partir como anunciadores del Crucificado Resucitado, con los labios purificados por el fuego del amor, que se obtiene en la contemplación del misterio, es necesario nuevamente responder: «Aquí estoy, envíame» (Is 6,8). De esta manera, se renovarán las energías misioneras también en vista del inminente Jubileo.

Es deseable, de hecho, es necesaria, una misión que tenga como objetivo alcanzar al mayor número de personas posible, pues todos, sin excepción, tienen una extrema necesidad de la luz del Evangelio. Sin renunciar a los métodos habituales de acción pastoral, les deseo que identifiquen también nuevos caminos y creen nuevas oportunidades para facilitar el encuentro entre las personas y el encuentro con el Señor, quien no abandona a nadie, sino que «quiere que todos los hombres sean salvados y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tm 2,4).

Es necesario, por lo tanto, salir a las calles, plazas y rincones del mundo, para no anquilosarse y enmohecerse, como prueba de su fe alegre y fecunda. Sin embargo, esta salida solo será efectiva si brota de la plenitud de amor a Dios y a la humanidad, vivida en la vida contemplativa, en las relaciones fraternas de la comunidad y en el apoyo mutuo. Vida contemplativa y relaciones con la comunidad. ¡No dejen la vida contemplativa! Ustedes tienen una rica traducción de vida contemplativa. Y esto para caminar juntos, experimentando la presencia del Señor en medio de ustedes.

Para crear eventos de evangelización, presentando la sublime belleza de la Persona de Cristo junto con el rostro de una Iglesia atractiva, acogedora y capaz de involucrar en el compromiso, es por lo tanto necesario un constante arraigo en la oración y en la Palabra de Dios. Este arraigo en la oración es una parte importante en su tradición: retirarse para la oración y la contemplación, a veces durante algunos meses o a veces todos los días o parte del día.

Sean fieles a la tarea de mantener vivo el precioso carisma de San Pablo de la Cruz. La evangelización, basada en el buen testimonio de uno mismo, en el kerigma, en las homilías, anuncia el amor de Dios que se ofrece en el Hijo para la salvación humana. Su Fundador captó todo esto en su raíz y, cautivado por este misterio, guiado por el Espíritu, se encontró sumergido en una experiencia espiritual que lo convirtió en uno de los más famosos místicos de su tiempo.

Su intuición más original fue que la muerte de Jesús en la Cruz es la manifestación suprema del amor de Dios. Es el milagro de los milagros del amor divino, la puerta para entrar en la intimidad de la oración y la unión con Él, la escuela para aprender todas las virtudes, la energía que capacita para soportar cada dolor. Al mismo tiempo, su Fundador fue atormentado por la percepción de que la humanidad no es plenamente consciente de este amor. «El amor de Dios no es conocido, no es apreciado», exclamaba.

De esta experiencia interior brotó la determinación de reunir compañeros que estuvieran inmersos en la contemplación de ese amor y estuvieran listos para anunciarlo.

Con la alegría y la fuerza de esta pertenencia carismática, los pasionistas deben también anunciar la presencia del Crucificado Resucitado en las sufrimientos de nuestros días. Conocemos la vastedad y la devastación en la pobreza, en las guerras, en los gemidos de la creación, en las perversas dinámicas que producen divisiones entre las personas y el descarte de los débiles. Hagan todo lo posible para evitar que el dolor de nuestros hermanos quede sin sentido y se convierta en un desperdicio de humanidad y desesperación. En las espirales de este dolor, Cristo ha pasado sufriendo y crucificado, viviendo en el amor cada punzada y ofreciendo un sentido al dolor ofrecido por amor.

Su Capítulo se ha llevado a cabo en simultáneo con la convocatoria del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad y no lejos de la apertura del Jubileo, que tiene entre sus temas principales, el de la esperanza.

La virtud de la esperanza tiene una relación particular con el carisma de los pasionistas. De hecho, su razón teológica es la muerte y resurrección de Cristo. La sangre y el agua que fluyen de su corazón dicen que más allá de la muerte la vida continúa, el amor se derrama sobre la humanidad en el don del Espíritu, comunicándose con un poder que nadie puede eliminar. Si nada puede sofocar en el ser humano la capacidad de amar, entonces nada está perdido, todo recobra sentido y valor, todo es salvado. Sobre esta certeza de fe se asienta la esperanza.

 

Siéntanse también atraídos por la solicitud de la Virgen María, quien, en los albores de su especial misión en el proyecto salvífico del Padre, salió rápidamente hacia la montaña, donde se hizo don en la ayuda a su anciana pariente. Declarada sierva del Señor, se puso al servicio del prójimo y fue proclamada Madre del Señor por su prima Isabel.

A ejemplo y por la intercesión de la Virgen María -quien en el Calvario frente al Hijo moribundo vive «la más profunda “kénosis” de la fe de la historia de la humanidad» (San Juan Pablo II, Carta Encíclica Redemptoris Mater, 18)- los pasionistas vivan su consagración y misión, conscientes de la urgencia de difundir el mensaje de salvación. No es la prisa del reloj, krónos, sino la de la gracia, kairós, del amor que corre para alcanzar el objetivo, como la ola del mar que tiene prisa por tocar la orilla.

Un amor que se expresa con la palabra que es el eco de la Palabra de verdad, con el gesto que levanta al pobre y al necesitado, o con el simple silencio al estar cerca de quien sufre.

¡Dios bendiga a cada uno de ustedes, su Congregación y su misión!

Francisco

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De la Provincia de Cristo Rey (México y República Dominicana) están participando cuatro religiosos en el Capítulo General. En la foto, aparecen acompañando al P. Giuseppe Adobati, Superior General (al centro). De izquierda a derecha: P. Sebastián Cruz Gómez (Delegado de la Provincia), P. Rafael Vivanco Pérez (Ex Consultor General), P. Francisco Valadez Ramírez (Presidente de la Configuración Jesús Crucificado), P. Ángel Antonio Pérez Rosa (Superior Provincial).

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Ciudad de México, año 2024

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