PROFESIÓN TEMPORAL
Comunidad del Beato Domingo Barberi
El Pueblito, Querétaro (México)
8 de julio de 2023
El sábado 8 de julio, los novicios Domingo de la Cruz Canela y Daniel Antonio García Evangelista, emitieron su profesión religiosa tras concluir la experiencia de Noviciado. La celebración se llevó a cabo en la Comunidad del Beato Domingo Barberi, en El Pueblito, Querétaro, y fue presidida por el P. Víctor Hugo Álvarez Hernández, Superior Provincial. Cabe mencionar que en la celebración estuvo presente el P. Rafael Vivanco Pérez, Consultor General.
La homilía estuvo a cargo del P. José Luis García Pérez, Maestro de novicios, misma que compartimos a continuación.
HOMILÍA
Este es un momento muy bonito. Como en pocas ocasiones, salimos de nuestra comunidad eclesial; cada quien viene de su ambiente. Y hoy aquí nos reunimos de muchas comunidades eclesiales, ya sean de religiosos, de religiosas o de laicos. Lo que nos reúne es el Señor. Lo que nos reúne es esta alegría de que Dios sigue llamando a algunos de sus hijos para ser un signo de la vida nueva, de la vida plena que Él tiene preparada para todos nosotros.
Quisiera comenzar hablando de la profesión de votos. En una ocasión, en una profesión religiosa, después de pasar el momento de la fiesta, uno de los religiosos empezó a abrir las cartas y felicitaciones que le llegaron y nos llamó la atención una que decía, más o menos así: «Muchas felicidades por tu Ordenación, por tu entrega total a Dios». En otras ocasiones, platicando con algunos jóvenes sobre la profesión, dicen: «Yo creo que la profesión es como una graduación». Así como los jóvenes en estos días van a su graduación también se piensa que así es la profesión de votos. Y en realidad, creo que en el Pueblo de Dios hay mucha confusión en cuanto a la profesión de votos. Y tal vez en esto tenemos mucho que ver nosotros, los religiosos, que no explicamos suficientemente o no damos testimonio con nuestra vida de lo que realmente implica un evento como este.
Leyendo el en diccionario, se dice de la palabra «profesar»: «Es creer, es confesar públicamente -no para mí solo-, es sentir una inclinación o afecto a alguien -"te profeso un amor", dicen los novios-, obligarse a vivir toda la vida en una orden religiosa». Estos son los significados de profesar y ante ellos, solamente los quisiera invitar a recalcar, como ya les decía, que no se trata de ninguna Ordenación sacerdotal ni de la preparación para una profesión como puede ser el arquitecto o el médico. Es algo más profundo y más trascendente.
¿Qué es lo que profesamos los religiosos pasionistas? Tomando en cuenta la palabra que hemos escuchado en esta celebración. El profeta Isaías nos decía en la primera lectura, refiriéndose a su elegido, a Jacob, el pueblo de Israel: «No temas, que te he redimido. Te he llamado por tu nombre. Tú eres mío». Y más adelante dice: «Tú eres precioso a mis ojos, eres estimado y yo te amo». ¡Qué bonito es escuchar estas palabras! Y a veces se nos olvidan. Pero Dios nos las vuelve a repetir el día de hoy a todos nosotros, pero especialmente a Domingo y a Daniel: «No temas, que te he remitido; te he llamado por tu nombre, tú eres mío. Tú eres precioso a mis ojos. Eres estimado y yo te amo».
¿Qué es entonces lo que profesamos los religiosos? Lo que hacemos al profesar es afirmar que hemos sido agraciados con esta experiencia de Dios. O sea, Daniel y Domingo nos vienen a decir que ellos han tenido esta experiencia de elección, de amor de Dios. Y que esta experiencia del amor de Dios se ha convertido en aquello que da sentido pleno a su vida. Y como vemos, no es que ellos se consagren a Dios: Dios los consagra. Es Dios el sujeto; Él es el que hace esta acción. Y esto nos tiene que dar mucha alegría. Fue Él quien entró y trastocó sus planes; por eso ahora ellos dos tienen el mismo proyecto de Dios y también los que hemos sido llamados y consagrados tenemos el mismo proyecto de Dios y nos esforzamos por seguir conociendo ese proyecto para amarlo. Y porque se tiene esta experiencia de encuentro con ese Dios lleno de amor, entonces nace el deseo de seguir plenamente a Jesús que nos dice en el Evangelio: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero el que la pierda por mí, ese la encontrará». En el fondo, no es que Jesús nos invite a sufrir; no, Jesús nunca buscó el sufrimiento por el sufrimiento. No quiere decir que vamos a vivir como prioridad en nuestra vida el estarnos negando a nosotros mismos. Lo que nos quiere decir es que busquemos la verdadera vida. Él ha venido a mostrarnos una vida que pueda darnos felicidad, que nos dé alegría; una vida que realmente tenga sabor a eternidad, que no se acabe con la muerte; una vida que tenga sabor a experiencia de comunión. ¡Qué bonito es vivir en comunión! Y eso de vivir en comunión implica negarse a sí mismo, negar nuestro ego. La experiencia de Dios nos hace saborear a todos una vida que sabe a eternidad, a armonía, a plenitud. Y todo eso implica negar nuestro ego e individualismo, para alcanzar la comunión. En primer lugar, la comunión con Dios, pero también la comunión conmigo mismo porque las broncas más fuertes que uno tiene no son hacia fuera, sino con uno mismo. Y tener la experiencia de Dios nos va ayudando a poner un poco más de orden dentro de nosotros; también de la comunión con uno mismo nace la comunión con mi hermano, con mi hermana, con mi compañero, en la vida comunitaria, y también la comunión con la creación, en el respeto a este mundo que Dios nos ha dado. Esto es precisamente el fruto de negarnos a nosotros mismos; esto es ganar la vida plena. Y el Pasionista va haciendo este camino acompañando a Jesús en su Pasión; un camino de negación de nuestro propio ego para, junto con Jesús, ir participando desde ahora de la vida resucitada en comunión con los hermanos, de vida resucitada en comunión con el Pueblo de Dios, de vida resucitada en comunión con la naturaleza.
Y lo que dice Jesús en el Evangelio no es nada más para los religiosos. Eso de «negarse a sí mismo», lo dice para todos. Y eso de «perder la vida para ganarla», lo dice para todos: laicos, sacerdotes y religiosos, para todos. Pero creo que así como un matrimonio es escogido por Dios para que sean un signo del amor de Cristo hacia la Iglesia y de la Iglesia hacia Cristo, y así como la vocación sacerdotal es un signo en medio de la Iglesia de Cristo Pastor, así también el religioso y la religiosa son un signo en medio de la Iglesia, de ese radicalismo de negarse a sí mismo, de tomar la cruz para encontrar la vida plena. Y por eso los religiosos, como signo y expresión de negarnos a nosotros mismos, hacemos voto de pobreza, castidad y obediencia. Profesamos estos votos porque queremos vivir la castidad como una apertura de nuestra afectividad y de nuestro amor hacia todas las personas al estilo de Cristo. Como Cristo no se casó para tener un corazón abierto a todas las personas, el religioso quiere ser una expresión de ese tipo de amor de Cristo, amando especialmente a los menos amados de esta sociedad. Por su pobreza, el religioso quiere reconocer que ha encontrado en Cristo y su proyecto la riqueza más grande y eso llena plenamente su corazón. Por eso el religioso y la religiosa, y hoy Domingo y Daniel, quieren hacer voto de pobreza para usar todos sus bienes, no sólo sus bienes materiales, todos sus bienes para compartirlos y remediar las necesidades de los que carecen de bienes. Y por obediencia, el religioso y la religiosa deciden dejar en segundo plano su proyecto personal para buscar juntos, en comunidad, la voluntad de Dios. Un proyecto en el que todos colaboramos, dialogamos, nos ponemos de acuerdo y vamos descubriendo el proyecto de Dios, dejando nuestra propia voluntad en favor de ese proyecto de la voluntad de Dios.
Y nosotros, como Pasionistas, hacemos estos tres votos teniendo a Cristo como modelo: modelo de pobreza en su Pasión, modelo de amor hacia todos desde su Pasión; modelo de obediencia en su Pasión. Y también esto lo queremos vivir en comunidad. Decía san Pablo en la segunda lectura: «Tratando de agradar a Dios en todo, teniendo amor los unos con los otros». Queremos vivir constantemente en formación permanente, sin estancarnos pues estamos abiertos a los nuevos signos de los tiempos. Hoy estos hermanos, Domingo y Daniel, quieren hacer su profesión de votos. Quieren confesar públicamente su experiencia de Dios, su experiencia religiosa. Y desde esa experiencia del amor de Dios quieren obligarse a sí mismos a vivir toda su vida en esta familia religiosa.
Vamos a hacer oración por ellos y por todos los religiosos y religiosas que hemos hecho profesión de estos votos para que verdaderamente los vivamos. Y vamos a hacer oración para que Dios siga suscitando jóvenes que sigan apasionadamente este estilo de vida.
P. José Luis García Pérez, C.P.
Maestro de novicios