
INICIO DEL NOVICIADO
Comunidad del Beato Domingo Barberi
El Pueblito, Querétaro (México)
7 de julio de 2023
Por la tarde del viernes 7 de julio, en la Comunidad del Beato Domingo Barberi, en El Pueblito, Querétaro, el P. Víctor Hugo Álvarez Hernández, Superior Provincial presidió la ceremonia en la que cinco postulantes: Juan Carlos Yobal Trujillo, Geovani Misael Hernández Hernández, Braulio Manuel Rodríguez González, Miguel Ángel Vázquez Sánchez y Arturo Vidal Fuentes, iniciaron en año canónico del Noviciado.
Durante la ceremonia, el Superior Provincial encomendó el acompañamiento de estos hermanos al P. José Luis García Pérez, Maestro de novicios.
Cabe mencionar que, además de estar presentes los miembros de la Comunidad del Noviciado, varios profesos temporales y familiares de algunos novicios, estuvo presente el P. Rafael Vivanco Pérez, Consultor General.
HOMILÍA
Nos hemos reunido para acompañar a nuestros hermanos Juan Carlos, Geovani Misael, Braulio Manuel, Miguel Ángel y Arturo, quienes van a dar inicio a la experiencia de Noviciado, en esta Comunidad del Beato Domingo de la Madre de Dios.
Y de una manera muy especial, hemos escuchado estos textos de la vocación de Samuel, donde se nos pone en escena al sacerdote Elí y a este niño, Samuel. Y vemos que los dos se encuentran cerca de Dios y al servicio de Dios. Encontramos diferencias y similitudes: Samuel es un anciano y Samuel un niño elegido por Dios para ser profeta; ambos están al servicio de Dios. Elí casi no puede ver debido a su avanzada edad; se había vuelto incapaz de ver con los ojos de su cuerpo, pero tampoco veía los pecados de su familia. Elí ya no sabe ver los caminos ni la voluntad de Dios; no sabía ver las heridas y los pecados del pueblo; tampoco podía ver los pecados que habían cometido sus propios hijos.
Nos dice el texto que Elí estaba acostado en su habitación, mientras que Samuel estaba descansando en el templo, donde se encontraba el Arca de Dios; la habitación de Samuel es la habitación de Dios. Y esta es una de las primeras características que encontramos. Samuel no tiene una casa para vivir; su casa es el templo; su habitación es la habitación donde está Dios. Elí tiene su propia habitación, tenía sus propios intereses, tenía sus cosas. Y cuando uno tiene sus cosas entonces tiene sus propias preocupaciones: cuidar lo suyo, cuidar su egoísmo; no se cuida de las cosas de Dios. En cambio, Samuel, que no tiene una habitación, nos recuerda al Señor Jesús que, en su descanso de la noche, se iba al monte para estar orando y hablar con su Padre. Samuel está en la casa del Señor porque carece de todo, sólo tenía al Señor. Y la luz vendrá precisamente de ahí. Vemos entonces en Samuel un hombre pobre.
Pero a pesar de lo que habíamos dicho del sacerdote Elí, un hombre que no tiene la forma ni la palabra para corregir las faltas de sus hijos, que eran conocidas por el pueblo y por el mismo Samuel que fue descubriendo la manera de vivir de la familia de Elí. Y sin embargo, cuando escucha la voz de Dios, revela su obediencia al sacerdote; no se rebela contra Elí, a pesar de que sabe sus fallos, sabe los fallos de sus hijos, Samuel es obediente; se mantiene fiel a Dios, a pesar de conocer la vida de la familia del sacerdote. Samuel no tiene un repudio hacia Dios ni hacia el sacerdote. Y esta es la diferencia entre un santo y un hereje. El hereje puede tener muchas virtudes pero es incapaz de reconocer la voz de Dios en la propia Iglesia; es incapaz de creer que Dios sigue obrando con esos sacerdotes pecadores. Samuel reconoce a Dios en el templo y confía que Elí lo conduce hacia Dios. Es por eso que cuando Samuel escucha su llamado, cuando escucha su nombre inmediatamente recurre al sacerdote Elí. Y Elí se da cuenta, a pesar de que está ciego, no sólo física sino espiritualmente, que se trata de la voz de Dios pues aún le queda una poca luz que le ayuda a indicar a Samuel hacia dónde tiene que recurrir. Y esto es algo extraordinario en la obra que Dios hace en el llamado de cada uno de nosotros.
¿De qué manera vamos mirando nuestra propia vocación desde la experiencia de Samuel? ¿De qué manera nosotros vivimos nuestro descanso? Cuando Samuel se retira a descansar es cuando Dios le habla; es decir, su descanso no hace que evite a Dios. Recordando al rey David que, cuando su reino estaba en paz porque había ganado muchas batallas, él descansaba en su palacio mientras su ejército luchaba; él había decidido tomar un tiempo de descanso. Y la Escritura nos dice que, después de haber descansado, caminando por el pórtico ve a la mujer de Urías. Las batallas no estaban afuera; la verdadera batalla que tenía que enfrentar era cuando él sentía que merecía un descanso.
Ustedes, hermanos, tienen que procurar que su descanso no los lleve a evitar a Dios; que su descanso esté unido siempre a Nuestro Señor; que esté unido a buscar la voluntad de Dios para que las tentaciones no los perturben ni los invadan. Dense cuenta que en su descanso y en sus sueños deben tener ese oído atento a la voz de Dios. Que su descanso sea siempre en el Señor, y en sus sueños esté siempre Dios.
Hemos escuchado como en el Evangelio, Nuestro Señor llama a sus discípulos. Nos damos cuenta como él sabe que no son personas perfectas. Vemos como Nuestro Señor, con su palabra, transforma. Los discípulos eran hombres que, de alguna manera, tenían un oficio muy específico. Y los llama así, imperfectos para ir perfeccionando sus vidas. Vemos como Nuestro Señor no los llama santos, pero junto a Él su vida se santifica. Vemos como saca a estos hombres de su oficio, eran pescadores y los llama a ser pescadores de hombres. Ellos no dejan de hacer su labor pero plenifican lo que sabían hacer. Así también, nosotros debemos reconocer como muchas veces nuestras fuerzas, nuestra inteligencia y nuestro amor es muy pobre y limitado. Y Nuestro Señor cuando nos llama, no dice: “ven porque voy a desechar el amor que tienes; voy a desechar tu inteligencia o tus fuerzas inútiles”. No, el Señor transforma esas fuerzas para que sean útiles a su Reino y a la construcción de su Reino.
Que la inteligencia que Dios les ha dado, la plenifique en su servicio. Y el amor, que a veces es empobrecido, puedan llevarlo a plenitud en el amor a sus hermanos. Nuestro Señor es alguien que en todo momento nos va a cautivar. En la medida en que nosotros caminemos con Él vamos a quedar cautivados por Él. Y sabemos que nunca quedaremos defraudados.
La experiencia del Noviciado que están iniciando, los llevará a vivir la espiritualidad que nos ha heredado San Pablo de la Cruz, nuestro Padre fundador. Él quiso que sus casas fueran escuelas de oración pero también fueran escuelas para formar santos. Por lo tanto, no limiten su vida simplemente para vivir una etapa más. Nuestra Congregación se distingue por una gran cantidad de hombres y mujeres que han buscado y que han encontrado en el camino de la cruz la santidad. Por ello, me atrevo a decir que ustedes no están llamados simplemente a formar parte de las filas de esta Congregación sino que deben recordar que San Pablo de la Cruz, aunque físicamente no los conoció, quiere que ustedes sean santos. Este debe ser su anhelo y su deseo. Empobrecer su vocación será admirar a uno de los hermanos y decir: “quisiera ser como aquel hermano”. No; ustedes están llamados a alcanzar la santidad viviendo como Cristo pues esta fue la experiencia de nuestro fundador.
Que la experiencia del silencio, la oración, la soledad, la penitencia y la memoria de la Pasión, fundamenten todo el llamado y la vocación que Dios les ha dado. Que en ustedes se renueve cada día el carisma de la Pasión, de tal manera que puedan ofrecer al mundo, a la Iglesia y a nuestra familia religiosa, lo que la memoria de la Pasión de Cristo esté haciendo en ustedes. Amen en todo momento este llamado que han recibido de Nuestro Señor.
Que en el amor a la Santísima Virgen María, en la advocación que cada uno de ustedes tiene, siempre encuentren un ejemplo de virtudes, una Madre que los acompaña y los lleva a conocer a su Hijo amado. No conozco un santo que se haya hecho santo sin la ayuda de la Virgen María. Que ella sea la fiel compañera en el camino que ahora emprenden. Que Nuestro Señor les conceda vivir la gracia de lo que significa vivir la espiritualidad Pasionista.
Cuando tengo que participar en una boda, normalmente pregunto a los papás si sus hijos son capaces de dar repuesta en una familia. También sus padres, hermanos, tendrán que dar razón de ustedes en el camino que han iniciado: que sean hombres capaces de vivir las exigencias de su vida consagrada, de su vocación y seguimiento. Que en la cercanía de sus padres encuentren ese apoyo para seguir adelante.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
P. Víctor Hugo Álvarez Hernández, C.P.
Superior Provincial







